Entre Nos, por Alfredo Ponce //
La muerte violenta de Aristóteles Sandoval, vuelve a cimbrar al país. No tan solo es una nueva muestra, de la inseguridad en la que estamos viviendo. Más que ello, es una llamada de atención a los gobernantes, de que no han cumplido con sus deberes adecuadamente y que cuando se incendia el campo, también su parcelita se puede quemar.
Nadie se salva de la violencia que estamos padeciendo. Solo de imaginar que una persona que tiene 15 guaruras es asesinado, en un lugar público y sin oponer resistencia alguna, nos debe quedar claro, todo lo que puede estar rodeando esta situación. Dicen por ahí, que si quieres que hablen bien de ti, te tienes que morir y los oportunistas políticos no se han dejado esperar. Inmediatamente, mucha gente se envolvió en la bandera de deudo y soltaron el llanto. Hablar de que el señor fue un gran gobernador, me parece un exceso que lastima la inteligencia del que tenga dos dedos de frente.
La muerte de todo ser humano es lamentable, pero el juicio de la historia a los políticos solo llega con el tiempo. Que descanse en paz y a ver si es cierto que se aclara pronto este asesinato, que hay que recalcar, que es del fuero común y le toca al gobierno del estado salir a la palestra y demostrar, con hechos sus capacidades, que pienso yo, es lo que esperamos en Jalisco y no andar grillando en otros estados dizque para meter en cintura al gobierno federal.
INFORME A MEDIAS
A propósito del mensaje, que a manera de informe a la nación ofrece el máximo jerarca del poder judicial en el país. Me queda claro, que la dolorosa cadena de inseguridad en la que vivimos, depende de muchas aristas, pero una de las mas importantes y determinantes es la impunidad y esta tiene sus máximos asientos, en el poder judicial.
Sigue siendo para mi un discurso demagógico el hablar de tres poderes, cuando uno de ellos, es normalmente propuesto, por uno de ellos y aprobado por el otro. La corrupción, sin lugar a dudas, ha hecho pedazos al país, pero cuando hablamos de que esta mala práctica, infecta a los que deberían ser encargados de cuidar la justicia, entendemos claramente, porque en nuestro país, menos del 10% de los delincuentes llegan a pagar sus culpas. Dijo el magistradopresidente: “La mayoría de los juzgadores y juzgadoras son honestos”. ¡Pacatelas!, agradecemos que nos hable con la verdad, pero es tiempo de que sepan que este país exige justicia. No es solamente que hablemos de los delitos mayores y de miles de millones de pesos.
Es también hablar de las violaciones, los desaparecidos, los abusos a los que menos tienen, los fraudes de los bancos y de las cajas populares. Ya es tiempo de que sepan que el país no va a cambiar, no va a mejorar, sino se le cura la infección al sistema judicial. Los juzgadores que se hacen ricos “por abajo del agua”, deben llevarse a juicios severos, los que ponen a sus secretarios a andar gestionando sus dádivas o cooperaciones para las copias.
Esto no se va a detener, mientras que los juzgadores, o cuando menos sus cabezas, sean electos por el pueblo, claro que esto será un proceso costoso, pero después de todo lo que gastamos en sistemas electorales, que mas da una rayita mas al tigre y elaborar el proceso para que sepamos, quien se avienta el tiro de hacer la Transformación del sistema de justicia, que mucha falta nos hace. No avanzaremos, mientras que no exista honestidad y eficiencia en los juzgadores a toda prueba.
LO QUE SIEMBRAS
Estaba Don Pepe sentado en una vieja y dura silla de madera, pero el semblante del viejo era tranquilo y de satisfacción. Veía a lo lejos el país que había gobernado, después de una vida intensa, había pasado incluso por una cárcel, por muchas aventuras, por encuentros y desencuentros, pero nunca se había torcido. Tenia lo suficiente para vivir lo que le faltara de vida, con una pensión austera pero dignamente ganada. Dedicaba sus días a escribir las memorias de su vida, charlando con un fiel asistente, que le había seguido los últimos 20 años. Caminaba lento y poco, sus piernas reflejaban el largo recorrido que habían tenido. Al menos, en el mundo latinoamericano, era una leyenda que se apreciaba y se buscaba para escuchar.
Él decía que ya había hablado de todo lo que podía tener como mensaje. El propósito de buscarlo, era para hacerle una entrevista, que por mucho tiempo había rechazado. Había puesto un requisito. No quería ser entrevistado por un periodista, ni recibir cuestionamientos puntuales. Aceptaba tener una charla casual y de ella que se sacara la información que se necesitara. La última parte de la charla fue un mensaje que debería tatuarse en todos los políticos del mundo. Cuando hablamos de los líderes políticos que son repudiados y a veces hasta encarcelados o asesinados en otros lugares, mientras él era bien recibido por su gente e incluso, por la que nunca había estado cerca de él. “Amigo, esto no es un secreto, todos lo sabemos, si siembras bananos, no pretendas recoger naranjas; Lo que siembras cosechas”.
Nos encontramos en una semana.
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