Una decena de mujeres del Colectivo Solecito caminan por el poblado del Arbolillo, en el municipio de Alvarado, Veracruz, con la esperanza de acceder a la fosa clandestina donde temen encontrar los cuerpos de sus hijos.
“Mi hijo, lo extraño tanto, mi niño. Ya no me pude despedir de él”, solloza Verónica Galván, quien busca desde hace seis años a Eder del Campo, extraviado en septiembre de 2016.
Desde hace más de un año la Fiscalía del estado les ha negado el acceso a este lugar y esta vez no fue diferente, pues personal de la Fiscalía les impidió el paso.
Las mujeres suplicaron: “Queremos que ustedes entiendan nuestra ansiedad por buscar a nuestro hijos. Ustedes, gracias a Dios, creo que no tienen a ningún hijo perdido, pero nosotras sí. Nos duele en el alma y queremos entrar”.
La Policía Ministerial y estatal que custodiaba el lugar se comunicaba con radio y reportaban la presencia del colectivo. En pocos minutos, al menos cinco vehículos, con dos decenas de elementos, arribaron al lugar.
“Nosotros solo estamos siguiendo órdenes”, decían, en tanto las inconsolables mujeres continuaron con la súplica.
“¿Qué tal si hay ahí está mi hijo? Por favor, señor. Si quiere me le hinco”, decía Celia García, otra mujer que lleva años buscando a su hijo Alfredo Román.
Sin resultados, el Colectivo Solecito ha intentado por casi un año ingresar a la fosas del Arbolillo, descubiertas el 20 de mayo de 2017, cuando por primera vez la fiscalía de Veracruz dio a conocer el hallazgo de 47 cráneos.
“Ya ingresamos ocho oficios, tanto a la oficina del gobierno de Yunes como a la oficina del fiscal, pero no tenemos respuesta. Es nuestro derecho estar ahí para saber si están o no nuestros familiares”, agregó.
El 6 de septiembre, el Fiscal de Veracruz, Jorge Winckler, anunció el descubrimiento de 32 fosas, donde hasta el momento se han encontrando 175 cráneos.
El funcionario evitó dar pormenores de la ubicación del cementerio clandestino, igual que lo ha hecho el gobernador Yunes.
Hoy, policías ministeriales persiguen cada paso que dan las madres del colectivo, pues ellas aseguran que las nuevas fosas que el gobierno presumió haber encontrado se encuentran en este mismo lugar.
“Ellos dicen ‘es que no es el mismo punto’. No es el mismo punto, porque uno está aquí y el otro está a 300 metros… ¡por favor!”, reprochó Elizabet Montalvo. Ella busca a Julio Martínez, su hijo de 30 años, desaparecido desde 2015.
La Ley de Desaparición Forzada y por Particulares establece que “las familias tienen derecho a participar directamente en las acciones de búsqueda”, lo mismo dice la Ley de Víctimas; sin embargo, Solecito no ha podido ingresar a las fosas de Arbolillos.
“Nos ignoran. Quieren trabajar solos y no quieren que uno se entere de las cosas que puede haber ahí. Ellos lo están haciendo sospechoso por su forma de actuar”, dijo la señora García.
Arbolillo puede ser uno de los cementerios clandestinos más grandes de Veracruz, solo por detrás de la fosa de Colinas de Santa Fe, de la que se han exhumado 250 cuerpos.
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