Una escultura monumental de bronce esmaltado, obra del artista mexicano Javier Marín, fue inaugurada oficialmente hoy en la Plaza del Louvre de París, ante la fachada este del museo más prestigioso y visitado del mundo.
La escultura “ecuestre” se denomina “Reflejo VII” y permanecerá colocada de manera temporal en el emblemático enclave del corazón de la “Ciudad Luz” hasta el próximo 7 de enero.
De color rojo, muestra a un guerrero a caballo con una lanza, sustentado sobre una base que simula el reflejo de la pieza. Según su autor, pesa más de dos toneladas y media y mide siete metros desde su base hasta la punta de la lanza.
El color de la pieza contrasta fuertemente con el color de la piedra por un lado de la fachada del Museo del Louvre ubicada al lado del Puente de las Artes, el “Pont des Arts”, y por otro con la sede del Ayuntamiento del Primer distrito de París y la histórica Iglesia de Saint-Germain-l’Auxerrois.
“Es un verdadero privilegio que esté aquí. He estado en muchísimas ciudades pero como dicen en mi pueblo: París es París. Es una ciudad maravillosa y la cantidad de gente que concurre y que va a tener la oportunidad de verla es enorme”, declaró a Notimex el creador de la pieza, Javier Marín.
“Personalmente me encanta la idea del arte público donde te lo encuentras en tus recorridos y me encanta la idea de que te sorprenda”, añadió el artista originario de Uruapan, Michoacán, al expresar que le encantaría que la escultura “se quedara fija en este lugar”.
La inauguración de la obra contó con la participación del embajador de México en Francia, Juan Manuel Gómez Robledo, del alcalde del primer distrito de la capital francesa, Jean-Francois Legaret, así como de la directora del Instituto de México en Francia, Estefanía Ángeles, entre otras personalidades.
“El trabajo de Javier Marín representa la simbiosis entre el clasicismo y la modernidad, así como el mestizaje de cultura que forma parte inevitable de la identidad nacional mexicana”, destacó durante un discurso en el acto inaugural Gómez Robledo.
“Es una magnífica estatua ecuestre”, comentó por su parte Legaret, quien expresó además su deseo de que la escultura permaneciera permanentemente y no temporalmente como está previsto en la ubicación de la Plaza del Louvre.
“La escultura está compuesta por dos piezas salidas del mismo molde y revelan al ojo una paradoja visual: lo que en apariencia es un reflejo en realidad es un doble”, un artificio usado en otras de sus piezas por el artista, explicaron fuentes de la curaduría de la obra enmarcada en la exposición “Juego de espejos”.
Según Marín, el falso efecto de reflejo que propone la escultura invita en realidad “a buscarse a sí mismo en el otro y no en un espejo”.
La obra ya se expuso previamente en México, durante varios meses, desde finales de 2015, en el Palacio de Iturbide, en el marco de la exposición “Terra, la materia como idea”, y en las ciudades italianas de Milán y de Parma durante este año.
Paralelamente a la escultura, Marín exhibe, en diálogo con esta, otra pieza, “Estandarte”, una banderola de seis metros de altura, pintada a mano, de batallones de la antigüedad y creada especialmente para el campanario del Ayuntamiento parisino y como “reflejo” de la escultura monumental.
El escultor Javier Marín es un artista internacional originario del estado de Michoacán y durante 30 años de carrera ha presentado 90 exposiciones individuales y participado en más de 200 colectivas en todo el mundo.
Un video de algunas de sus piezas expuestas se exhibe en la torre del Ayuntamiento del primer distrito parisino.
El año pasado fue donada una obra suya titulada “Chico grande” al dominio del Castillo de la Celle de Saint-Cloud, en las afueras de París, “como un símbolo de la amistad franco-mexicana”, recordó el embajador mexicano.
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